04 diciembre 2010

LA MAESTRIA DEL AMOR, según Los Toltecas. Dr. Miguel Ruiz



El Quinto Acuerdo. 2010

Los toltecas

Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como «mujeres y hombres de conocimiento». Los antropólogos los han definido como una nación o una raza, pero de hecho, fueron científicos y artistas que crearon una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Establecieron una comunidad de maestros (naguales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios».
A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La conquista europea, sumada a un agresivo mal use del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo con buen juicio o que hubieran podido usarlo mal, intencionadamente, en beneficio propio.
Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca se conservó y transmitió de generación en generación por distintos linajes de naguales, y aunque permaneció oculto en el secreto durante cientos de años, las antiguas profecías vaticinaban que llegaría el día en el que sería necesario devolver la sabiduría a la gente, como ha sucedido ahora con el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, que ha sido guiado para divulgar estas poderosas enseñanzas.
El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, y si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se caracteriza por facilitar el acceso a la felicidad y el amor.


Un tolteca es un artista del amor,
un artista del espíritu,
alguien que, en cada momento,
en cada segundo, crea el más bello arte:
el arte de soñar.
La vida no es más que un sueño,
y si somos artistas,
crearemos nuestra vida con amor
y nuestro sueño se convertirá
en una obra maestra de arte.

Introducción

El Maestro.

Érase una vez un maestro que hablaba a un grupo de gente y su mensaje resultaba tan maravilloso que todas las personas que estaban allí reunidas se sintieron conmovidas por sus palabras de amor. En medio de esa multitud, se encontraba un hombre que había escuchado todas las palabras que el maestro había pronunciado. Era un hombre muy humilde y de gran corazón, que se sintió tan conmovido por las palabras del maestro que sintió la necesidad de invitarlo a su hogar.
Así pues, cuando el maestro acabó de hablar, el hombre se abrió paso entre la multitud, se acercó a él y, mirándole a los ojos, le dijo: «Sé que está muy ocupado y que todos requieren su atención. También sé que casi no dispone de tiempo ni para escuchar mis palabras, pero mi corazón se siente tan libre y es tanto el amor que siento por usted que me mueve la necesidad de invitarle a mi hogar. Quiero prepararle la mejor de las comidas. No espero que acepte, pero quería que lo supiera».
El maestro le miró a los ojos, y con la más bella de las sonrisas, le contestó: «Prepáralo todo. Iré». Entonces, el maestro se alejó.
Al oír estas palabras el corazón del hombre se sintió lleno de júbilo. A duras penas podía esperar a que llegase el momento de servir al maestro y expresarle el amor que sentía por él. Sería el día más importante de su vida: el maestro estaría con él. Compró la mejor comida y el mejor vino y buscó las ropas más preciosas para ofrecérselas como regalo. Después corrió hacia su casa a fin de llevar a cabo todos los preparativos para recibir al maestro. Lo limpió todo, preparó una comida deliciosa y decoró bellamente la mesa. Su corazón estaba rebosante de alegría porque el maestro pronto estaría allí.
El hombre esperaba ansioso cuando alguien llamó a la puerta. La abrió con afán pero, en lugar del maestro, se encontró con una anciana. Ésta le miró a los ojos y le dijo: «Estoy hambrienta. ¿Podrías darme un trozo de pan?».
El se sintió un poco decepcionado al ver que no se trataba del maestro. Miró a la mujer y le dijo: «Por favor, entre en mi casa». La sentó en el lugar que había preparado para el maestro y le ofreció la comida que había cocinado para él. Pero estaba ansioso y esperaba que la mujer se diese prisa en acabar de comer. La anciana se sintió conmovida por la generosidad de este hombre. Le dio las gracias y se marchó.
Apenas hubo acabado de preparar de nuevo la mesa para el maestro cuando alguien volvió a llamar a su puerta. Esta vez se trataba de un desconocido que había viajado a través del desierto. El forastero le miró y le dijo: «Estoy sediento. ¿Podrías darme algo para beber?».
De nuevo se sintió un poco decepcionado porque no se trataba del maestro, pero aun así, invitó al desconocido a entrar en su casa, hizo que se sentase en el lugar que había preparado para el maestro y le sirvió el vino que quería ofrecerle a él. Cuando se marchó, volvió a preparar de nuevo todas las cosas.
Por tercera vez, alguien llamó a la puerta, y cuando la abrió, se encontró con un niño. Éste elevó su mirada hacia él y le dijo: «Estoy congelado. ¿Podría darme una manta para cubrir mi cuerpo?».
Estaba un poco decepcionado porque no se trataba del maestro, pero miró al niño a los ojos y sintió amor en su corazón. Rápidamente cogió las ropas que había comprado para el maestro y le cubrió con ellas. El niño le dio las gracias y se marchó.
Volvió a prepararlo todo de nuevo para el maestro y después se dispuso a esperarle hasta que se hizo muy tarde. Cuando comprendió que no acudiría se sintió decepcionado, pero lo perdonó de inmediato. Se dijo a sí mismo: «Sabía que no podía esperar que el maestro viniese a esta humilde casa. Me dijo que lo haría, pero algún asunto de mayor importancia lo habrá llevado a cualquier otra parte. No ha venido, pero al menos aceptó la invitación y eso es suficiente para que mi corazón se sienta feliz».
Entonces, guardó la comida y el vino y se acostó. Aquella noche soñó que el maestro le hacía una visita. Al verlo, se sintió feliz sin saber que se trataba de un sueño. «¡Ha venido maestro! Ha mantenido su palabra.»
El maestro le contestó: «Sí, estoy aquí, pero estuve aquí antes. Estaba hambriento y me diste de comer. Estaba sediento y me ofreciste vino. Tenía frío y me cubriste con ropas. Todo lo que haces por los demás, lo haces por mí».
El hombre se despertó con el corazón rebosante de dicha porque había comprendido la enseñanza del maestro. Lo amaba tanto que había enviado a tres personas para que le transmitiesen la lección más grande: que él vive en el interior de todas las personas. Cuando das de comer al hambriento, de beber al sediento y cubres al que tiene frío, ofreces tu amor al maestro.

Sobre el autor
El doctor Miguel Ruiz es un maestro de la escuela tolteca de tradición mística. Combina su mezcla única de conocimientos en talleres, conferencias y viajes guiados a Teotihuacán, México. En esta antigua ciudad de las pirámides, conocida por los toltecas como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios», el doctor Miguel Ruiz sigue el proceso que los antiguos profetas trazaron para guiar a los buscadores a través de sus niveles ascendentes de conciencia.

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LA IDEA DEL ÉXITO.


¿Por qué triunfan los empresarios exitosos?



El ser humano es un emprendedor innato. Desde el momento en que nace posee la curiosidad de explorar nuevos horizontes. Es cosa de observar un bebé que gatea. Incansablemente investiga su entorno.
padres. Quieren saberlo todo y aprenderlo todo. Su curiosidad no tiene límites y su creatividad tampoco.

Lo ideal sería que el niño mantuviera ésta actitud inquisitiva hasta llegar a la adultez, pero no siempre es el caso.

¡Todo lo contrario! El espíritu emprendedor, que es tan natural en nosotros, normalmente es aplacado a medida que crecemos. La vida nos inculca patrones de pensamiento y temores que limitan el desarrollo adecuado de nuestro espíritu emprendedor.  
Éste proceso continúa a lo largo de nuestras vidas. En la educación tradicional cada niño pasa a formar parte de un conjunto de 30 a 45 niños. En éste contexto no es posible fomentar la curiosidad y la exploración individual. El aprendizaje necesariamente debe hacerse en conjunto y de acuerdo a lo que otra persona eligió como tópico de estudio. 
En ese momento el niño aprende varias lecciones importantes que últimamente dañarán su espíritu emprendedor innato:   

 
  • Si hago lo mínimo requerido, voy a estar bien.
  • Aprender significa hacer lo que la figura de autoridad exige
  • El aprendizaje es aburrido y poco atractivo
  • La entretención es cuando no tienes que aprender
  • Para ser un buen estudiante tengo que estudiar los intereses de otra persona
  • Si no estoy obligado a aprender, prefiero entretenerme
  • Mis propios intereses no son importantes, los tengo que perseguir en mi tiempo libre.
  • Ninguna actividad de aprendizaje es lo suficientemente importante para profundizarla, ya que la lección de la campana es: ¡guarden los cuadernos, ahora toca estudiar otra materia!
Ya que la gran mayoría de nosotros hemos sido educados en un contexto de escuela, hemos aprendido estas mismas lecciones en mayor o menor grado. Hemos aprendido a seguir instrucciones, a complacer una figura de autoridad con nuestros rendimientos y a vivir nuestra vida de acuerdo a lo que el sistema dicta. 
Y nuestro espíritu emprendedor queda relegado a alguna actividad de tiempo libre o es enterrado para siempre en el baúl de los recuerdos, junto con nuestras aspiraciones individuales y nuestros sueños.  
¿Qué podemos hacer para revivir nuestro espíritu emprendedor y así poder sobresalir en un mundo que nos educó para ser del montón? 
A continuación nombro 5 medidas que usted puede tomar para volver a desarrollar su espíritu emprendedor y alcanzar las metas que usted tiene en su corazón: 
1. Sálgase de la mentalidad de rebaño
Uno de los más grandes enemigos del espíritu emprendedor es la mentalidad de rebaño. El ser humano es un ser gregario. Nos gusta pertenecer a un grupo y poder identificarnos con él. Para eso hacemos lo que el grupo hace y pensamos como el grupo piensa.  
El problema es que muchas veces el grupo, junto con darnos un sentimiento reconfortante de pertenencia, nos limita en cuanto a lo que podemos lograr como individuo. Si usted quiere revivir su espíritu emprendedor, va a tener que estar dispuesto a nadar contra la corriente. La historia de la humanidad está llena de emprendedores que fueron vituperados de "locos" por sus pares.  
2. Debe entender que la libertad tiene su precio
Tiene que luchar para ser libre. Cuando uno persona entiende que es única, que posee dones y talentos que la distinguen de los demás, nace el deseo de ser ese "yo" que Dios puso en cada uno de nosotros. Esa individualidad tiene un precio.  
Muchas veces significa cuestionarse paradigmas y patrones de pensamientos propios de nuestra cultura y de nuestra educación y tomar pasos de fe al explorar terrenos nuevos que no conocemos. 
3. No vacile
Emprenda con determinación. Una persona que toma la decisión de emprender un rumbo determinado un día y de pronto vacila y retoma otro camino al día siguiente, no va a llegar muy lejos. 
4. Busque información positiva
Para poder ser exitoso en lo que se propone, necesitará invertir tiempo, dinero y esfuerzo en reeducarse. Tenga en mente que la información negativa siempre es gratuita. En cambio, la información positiva que le va ayudar a salir adelante, la va a tener que buscar como si fuera un tesoro escondido. 
5. No se desvíe de su meta
Si quiere fracasar en su emprendimiento, simplemente distráigase con otras cosas. La clave del éxito está en mantenerse enfocado en lo que uno quiere lograr. De esa manera siempre mantendrá un fervoroso espíritu emprendedor. 
Por Bettina Langerfeldt
http://EducacionParaElExito.com

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